RONALD
![]() |
Ensayo |
Edward
Pérez
El
ciudadano de la frontera
Ayer en la mañana alguien me atacó fuertemente,
no entendía cuáles eran las razones, pero esta persona estaba muy furiosa
conmigo, podía ver como intentaba agredirme con todo lo que encontraba a su
paso: tijeras, zapatos, palo de escoba, revistas, hasta platos me lanzó.
Su
idioma era diferente al mío, no podía entender nada de lo que decía, pero
tampoco me preocupaba esa parte, mi preocupación estaba en salir con vida de
aquella situación.
El caos reinaba, entre gritos y fobia, todos los golpes eran
dirigido hacia mí y yo sin entender nada; luego de dar muchos saltos y
corretear, abrió la puerta y salió a una gran velocidad con estruendosos
gritos.
Aproveché
la puerta abierta y me dispuse a salir (momentos después me di cuentas que
había ido por refuerzo).
Alcance a ver que hablaba con un fortachón y este fue
directo al lugar donde yo estaba, según se acercaba me resignaba porque
entendía que con un solo golpe me mandaría para el otro mundo.
Con
sus ásperas manos me tomó y lanzó a más de treinta metros de altura. Era mi final,
mientras yo volaba por los aires, me resignaba a una muerte segura.
En ese
momento solo pedí a Dios perdón por los crímenes que había cometido y también
me arrepentía por nunca haber criado a mis hijos.
¡Ese
vuelo fue eterno!
De pronto sentí que me quedaba suspendido en el aire, no fue
más que el momento cuando terminas de subir y comienzas a descender, ese
instante en la vida sientes una paz sin saber que cuanto más alto sube, más
grande será la caída.
A
velocidad incalculable descendía estrepitosamente, mi cuerpo comenzó a dar
vueltas en el aire; de antuvión logré ver una ave planeando que se apresuraba a
mi rescate, dí gracias a Dios, entendía que mi salvación venía en camino. A
toda velocidad me atrapó en su pico, yo con cara de felicidad les daba las
gracias por salvar mi vida. Instantes después sin saber de dónde salieron
muchas aves volaban detrás de mi salvadora: la batalla inició en pleno vuelo,
podía ver que todas hacían intento de ayudarme, los picotazos iban en ráfaga
hacia mi salvadora.
Hasta que entendí que yo solo garantizaba un
buen festín.
Ya no sabías quien era mi enemigo, si la
primera que me atacó, el fortachón que me lanzó o el pájaro que me atrapó y las
demás que nos perseguían.
¡Pero de algo si estaba seguro, Mi vida estaba en
peligro sin importar en qué mano o pico estuviera!
La
batalla se fue acalorando más y más aves se sumaban a la persecución, los
cielos fueron surcados por una gran parvada de aves, hasta que ya no pudo
sostenerme en su pico, debía tomar una decisión rápidamente, defenderse de las
demás o morir por su presa.
Decidió
soltarme en el aire; un grupo continuó la persecución del ave y otro fue
directo a mí, estuve a punto de ser atrapado nuevamente.
¡Pero
cuando los cazadores se pelean entre ellos es la oportunidad de la presa
escapar.!
Momentos después caí en un árbol, me escondí rápidamente antes de que
alguien más quisiera terminar con mi vida.
Mi
corazón latía rápido, mis patas no la sentía, mi color había cambiado varias
veces. No entendía el origen de mis problemas. Aturdido por los
acontecimientos, me dispuse a descansar un buen rato. Mi mente daba muchas
vueltas en busca del origen de la situación y cómo había iniciado. Entendía
que, si no analizaba el error, de nada valía haberlo cometido, pues volvería
hacer lo mismo.
Pero
debía buscar un lugar seguro para sentarme a meditar y nada mejor que mi propia
casa.
Descendí
del árbol con mucha cautela: por lo sucedido comprendí que en este mundo no se
sabe de dónde viene tu atacante ni que forma tiene.
Ya
en el tronco del macizo me encuentro con un viejo amigo, a quien tenía muchos
años sin ver, le cuento lo sucedido y me responde que, de una forma similar fue
que él llegó a ese lugar.
Me
indicó el camino correcto para llegar a casa; mientras recorría el sendero...
una serpiente me atacó sin previo aviso, rápidamente la dejé bien lejos por mi
gran velocidad.
Mientras corría, hacía el recuento de que no
todo el que te indica un camino es porque quiere tu bien, muchos te indican el
sendero que te llevará al abismo, no porque tu muerte lo beneficie, sino por la
simple razón de que tú eres un sobreviviente de batallas que ellos nunca han
podido librar.
Cuando
llegué a mi árbol todos gritaban mi nombre, Ronald, Ronald,
te dábamos por muerto decían algunos, otros manifestaban que nadie había
sobrevivido a tantos encuentros con la muerte en un mismo día, ya todos
conocían lo sucedido porque ellos estaban en tierra observando las batallas de
las aves.
Comprendí
que mientras te debate entre la vida y la muerte los demás observan de lejos,
esperando el desenlace, nadie te tiende las manos, y mucho apuestan en tu
contra; conquistada la victoria, todos dicen haber apostado a ti.
mi
vida de héroe me dio estatus en la comarca: pero nadie sabía que no me
consideraba tal héroe que solo fui alguien que inicio un día de mala suerte y
pudo esquivar las adversidades de la vida y vió llegar el atardecer sano y
salvo.
Después
de las felicitaciones de todos, entré a mi cueva y me dispuse hacer un recuento
de lo sucedido. Inicie en la noche anterior.
Esa
noche salí por una buena cena, luego de caminar por unos cuantos metros, y no
encontrar nada, decidí ir más lejos de casa, pero tuve que ir mucho más de lo
acostumbrado.
Ya
en el patio de una casa de campo, alcancé a ver una pequeña sombra, la cual se
hacía más y más grande al caminar, sigilosamente me fui acercando.
Era
una hermosa mariposa que volaba alrededor de una lámpara. Sus bellos colores se
destacaban en cada vuelo que hacía; sin que ella se diera cuenta fuí
acercándome hasta llegar muy cerca.
Estaba
solo allí, sentía que esa era mi gran noche: por un momento pensé que sería
respetado por todos por llevar a la comarca la mariposa más hermosa, que ojos
hallan visto.
Pero las cosas nunca salen como las planificas, pues una cosa piensa el cazador y otra la presa.
Con
las patas firmes en la madera y mi corazón rebozado de adrenalina, solo
esperaba el momento para saltar sobre ella: cuando salté, ella esquivó el
ataque y yo caí en el piso. De mala manera entendí que las emociones dañan los
momentos de cacería, adolorido por el fuerte golpe me fui arrastrando hasta
llegar a un sitio seguro.
El dolor y la frustración de perder la mariposa, me dejaron dormido. En horas de
la madrugada desperté por el frío, con todo el cuerpo entumecido, no podía casi
ni moverme, el lugar estaba muy oscuro y no sabía para donde iría; dando pasos
a ciega encontré un lugar tibio, donde terminé de pasar la noche.
En
la mañana cuando despierto me dispongo a regresar a casa, pero mis movimientos
hicieron que alguien encendiera una luz. En ese momento, es que me doy cuenta
que había pasado la noche con una mujer en la cama. Ella, sin preguntar como yo
había llegado allí, comienza a atacarme.
Solo
fuí un pequeño lagartito, que salió de su comarca por una buena mariposa, la
cual me convirtió la vida en una odisea y luego un gran héroe.
Mi
único delito consistía en ser una especie diferente, y mi involuntario error
era compartir hábitat con los humanos. Quienes se habían convertido en el
centro del universo.
Edward
Pérez
Post a Comment